Problemas especiales en la traducción del Nuevo Testamento —Parte 3

Problemas especiales en la traducción del Nuevo Testamento —Parte 3

Acciones simbólicas y lenguaje figurado

Cada cultura tiene acciones con significado simbólico. En algunas partes de África, por ejemplo, durante los funerales las personas visten ropa de color rojo y caminan con las manos sobre la cabeza. La forma de vestir y las manos sobre la cabeza son expresiones simbólicas que expresan luto. En tiempos del AT, el pueblo judío expresaba su luto rasgándose las vestiduras y usando una prenda tosca llamada «cilicio» (véanse 2 S 3.1 y 2 R 6.30).

Por Roger L. Omanson

Un problema que enfrentan los traductores es que muchas acciones simbólicas que tienen un significado en el mundo del NT, tienen otro significado en el mundo de la lengua receptora, o no tienen ninguno. Lo mismo es cierto del lenguaje figurado. Por consiguiente, los traductores deben determinar primeramente qué significaba para los lectores originales una determinada acción simbólica o una figura del lenguaje. Luego, deben expresar ese significado en una forma que puedan entender los lectores del idioma receptor.2  Veamos tres ejemplos.

1. Lucas 13.32

Jesús, refiriéndose a Herodes, lo llama «aquella zorra». Esto es, por supuesto, lenguaje figurado. Las traducciones literales se basan en el griego y dicen: «Herodes, aquella zorra». Pero el traductor cuidadoso debe preguntarse primero qué simbolizaba la zorra en el mundo de Jesús. En el mundo griego de la época de Jesús, a veces se les decía «zorras» a las personas «despreciables», «traicioneras» y «maliciosas». Ezequiel llama «zorras» a los profetas insensatos (Ez 13.3–4), y en tiempos del NT, los judíos también llamaban «zorras» a las personas que tenían esas características. Jesús estaba diciendo que Herodes era taimado y no tenía valor. En las culturas donde una zorra representa esas características, los traductores pueden conservar el lenguaje figurado. Pero en aquellas donde no se conoce la zorra, o donde esta no simboliza «inferior» o «poco valor» «don nadie», los traductores no deben hacer una traducción literal. Pueden sustituir el término por un animal en aquellas culturas donde esos animales simbolicen esas características. O quizá deban usar lenguaje no figurado y decir algo como «Herodes, el miedoso», o «Herodes, el despreciable» o como llama a Herodes la TLA en la nota a pie de página: «un don nadie».

2. Lucas 13.1

Relatando un nuevo incidente en la vida de Jesús, el escritor de Lucas escribe: En este mismo tiempo estaban allí algunos que le contaban acerca de los galileos cuya sangre Pilato había mezclado con los sacrificios de ellos (RVR). Aunque es posible que Lucas pretendiera que sus palabras se entendieran literalmente, es decir, que Pilato había mezclado su sangre con sus sacrificios, la mayoría de los intérpretes cree que esto es lenguaje figurado y que apunta a que Pilato mandó matar a esas personas mientras estas ofrecían sacrificios.

Como muchos lectores no se percatan de que aquí Lucas emplea lenguaje figurado, muchas traducciones modernas ofrecen una traducción dinámica equivalente para este versículo, a fin de aclarar su significado. TLA dice: Por aquel tiempo, algunos le dijeron a Jesús que Pilato, el gobernador romano, había mandado matar a varios hombres de la región de Galilea.  Esto les había sucedido mientras ellos estaban en el templo ofreciendo sacrificios a Dios. DHH hace una traducción literal, pero en una nota al pie de página incluye: «La expresión mezclar su sangre debe entenderse en sentido figurado, para indicar que la matanza coincidió con los sacrificios».

3. 1 Pedro 1.13a

RVR ofrece una traducción literal de este versículo: Ceñid los lomos de vuestro entendimiento. Esto es lenguaje figurado. Literalmente, las personas no pueden «ceñirse la mente (entendimiento)» y la mente no tiene «lomos». Esta expresión proviene de una cultura donde las personas usaban túnicas sueltas que les cubrían las piernas. Para poder moverse libremente y realizar labores físicas, los hombres se subían la prenda y se la ceñían en la cintura. Las palabras «ceñir los lomos» significaban «alistarse para la acción». Durante la primera pascua, se les pidió a los israelitas comer con «los lomos ceñidos» (Ex 12.11). Es decir, debían alistarse para huir de Egipto. Una traducción literal parecerá una tontería en muchos idiomas, y los traductores actuarán correctamente si buscan una traducción dinámica equivalente, como hace DHH: por eso, estén preparados, LPD: por lo tanto, manténganse con el espíritu alerta, y TLA: estén atentos y piensen bien lo que van a hacer.

Problemas especiales en la traducción del Nuevo Testamento —Parte 3

Problemas especiales de la traducción de los Evangelios

1. Paralelos entre los Evangelios

En cuanto a texto, contenido y orden del material, los primeros tres Evangelios tienen una semejanza obvia, que no comparten con el cuarto Evangelio. Por esta razón, Mateo, Marcos y Lucas se clasifican como «sinópticos», que significa que se pueden «ver juntos». A fin de estudiar más fácilmente estas semejanzas, los eruditos han preparado ediciones de estos Evangelios en el formato conocido como «sinopsis». Una sinopsis coloca lado a lado los pasajes paralelos, ya sea en griego o traducidos, lo cual es muy útil para los traductores, ya que esto muestra cuáles términos entre los Evangelios sinópticos son idénticos.

El texto que emplean Mateo 3.7b-10 y Lucas 3.7b-9, por ejemplo, son casi exactamente iguales. De la misma manera, Mateo 7.7–11 es casi idéntico a Lucas 11.9–13. Este capítulo no es el lugar para hacer una lista de todos los versículos idénticos o casi idénticos entre los Evangelios sinópticos, o entre Mateo y Lucas. Sin embargo, los traductores deben estar conscientes de que estas semejanzas existen, y de que deben conservarlas en la traducción. Cuando los textos de los Evangelios sinópticos tienen el mismo vocabulario y la misma estructura de oraciones en el griego, los traductores deben comparar sus propias traducciones con esos versículos, a fin de garantizar que el idioma receptor muestre la semejanza que poseen en griego.

Tomen nota de que esta recomendación no significa que los traductores deban traducir del texto griego en forma literal. La idea es que la traducción de uno o más versículos de un Evangelio sinóptico sea la misma que la de esos versículos en otro Evangelio sinóptico, cuando el texto de esos versículos sea el mismo en el griego. Los traductores que saben leer griego pueden usar una sinopsis que coloque los textos griegos en columnas paralelas. Los que saben español solo necesitarán una sinopsis que presente una traducción bastante literal del griego.

2. Términos difíciles

2.1. El reino de Dios

Esta expresión es muy común en los Evangelios sinópticos, y es la traducción tradicional que se usa en español (y en casi todos los idiomas del mundo). Mateo casi siempre usa «el reino de los cielos» con el mismo significado. Sorprendentemente, «el reino de Dios» aparece solo dos veces en el Evangelio según San Juan (3.3, 5). El problema de la traducción tradicional es que la palabra «reino» se refiere a un lugar, pero la frase del NT tiene una variedad más amplia de significados: (1) incluye el lugar donde Dios reina, que es su reino o su dominio (véanse Mc 9.47; 10.23–24; 12.34); (2) incluye también la actividad de Dios como gobernador soberano, es decir, su «reino» o su «gobierno» (véanse Mc 1.15; 4.11; 9.1); (3) y, finalmente, esta expresión puede referirse a la naturaleza del gobierno de Dios, es decir, a su «absoluta soberanía» o «reinado».

Lo menos que pueden hacer los traductores es incluir «el reino de Dios» dentro del glosario (véase «Reino de Dios» en el Glosario de DHH). Al igual que se deben traducir términos como «carne» y «gloria» según el sentido que requiera el contexto, «el reino de Dios» debe traducirse según el contexto, en vez de usar las mismas palabras cada vez que aparece.

2.2. Hijo del hombre

Una regla fundamental de los traductores es que deben investigar primero qué significa el versículo antes de traducirlo. Desafortunadamente, incluso después de que han consultado comentarios, diccionarios bíblicos y enciclopedias, descubren que nadie sabe con seguridad qué significa la expresión «el Hijo del hombre». Tradicionalmente, los traductores simplemente han traducido del griego en forma literal. El problema de hacerlo así es que en muchos idiomas «el hijo del hombre» no tiene sentido, y en otros significa solamente «ser humano».

Los eruditos modernos han debatido a fondo el significado de esta expresión y fundamentan los diferentes significados posibles en un estudio cuidadoso de varios pasajes del AT (especialmente Dn 7.13–14), en varios escritos judíos no canónicos de la época de Jesús (4 Esdras y Las similitudes de Enoc), y en un análisis de lo que estas palabras pudieron haber significado en el arameo del primer siglo, que es el idioma que utilizó Jesús. El problema es demasiado complicado como para presentarlo aquí en detalle, pero con frecuencia se proponen básicamente tres soluciones: (1) es una forma indirecta de referirse a uno mismo, y solo significa «yo»; (2) se usa en un sentido semita para referirse a un «ser humano», a «alguien», o a «cualquiera» en general; (3) es un título para referirse al ser celestial que al final de los tiempos vendrá a juzgar a los seres humanos, como en Daniel 7.

Parte del debate entre los eruditos de la Biblia gira en torno a si Jesús y los escritores de los Evangelios quisieron decir lo mismo al usar «el hijo del hombre». Es decir, quizá Jesús usó estas palabras con el primer significado o con el segundo, pero los escritores de los Evangelios aludieron al tercero. Los traductores, claro está, deben traducir las palabras tal como los escritores de los Evangelios pretendieron que se entendieran, hasta donde algo así se pueda determinar. La mayoría de los intérpretes coincide en que los escritores de los Evangelios comprendían la frase «el hijo del hombre» como referencia a un ser celestial asociado con juicio, sin importar lo que Jesús hubiera querido decir. Es decir, en los Evangelios, «el hijo del hombre» es un título. Por esa razón, si los lectores de la lengua receptora creen que estas palabras solo significan «ser humano», sin ningún sentido especial, tal vez lo mejor sea decir algo como: «el que es llamado el hijo del hombre».

3. Pasivos divinos

En el período antes del nacimiento de Jesús, el pueblo judío empezó a hablar de Dios de modo indirecto. Jesús también adoptó esta práctica de referirse a Dios indirectamente. Este modo de hablar aparece en el NT Griego, en el uso de la voz pasiva, en vez de la voz activa donde Dios es sujeto. El erudito alemán Joachim Jeremías afirma que el «pasivo divino» ocurre unas 100 veces en los dichos de Jesús. Las bienaventuranzas de Mateo 5 contienen varios ejemplos del uso del «pasivo divino»: «porque ellos recibirán consolación» (5.4), «porque ellos recibirán la tierra por heredad» (5.5), «porque ellos alcanzarán misericordia» (5.7), y «porque ellos serán llamados hijos de Dios» (5.9). En el griego, los verbos «recibirán», «alcanzarán» y «serán» están todos en el modo pasivo y no se menciona cuál es el sujeto. Véanse otros ejemplos del «pasivo divino» en Mateo 7.7, 8, 10.26, y 23.37.

Esta forma indirecta de referirse a Dios la entendían los que escucharon a Jesús en persona. Pero hoy día, esta forma indirecta de referirse a Dios no es común, y los lectores suelen creer incorrectamente que los seres humanos son los que dan consolación, los que llaman a otros «hijos de Dios», etc. Por esta razón, hoy día muchos traductores sabiamente evitan traducir literalmente estos «pasivos divinos», y claramente dejan ver cuál es el agente de la acción. DHH dice: «Dios les dará consuelo» (5.4), «recibirán la tierra que Dios les ha prometido» (5.5), «Dios tendrá compasión de ellos» (5.7) y «Dios los llamará hijos suyos».  TLA presenta una traducción similar.

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4. El pensamiento abstracto del cuarto Evangelio

El cuarto Evangelio utiliza varios sustantivos abstractos para relatar la historia de Jesús. Para los que han estudiado la Biblia durante mucho tiempo, este lenguaje «juanino» les resulta familiar y no lo consideran inmediatamente como un problema. Pero cuando se les pide a los lectores explicar qué significa que Jesús estaba «lleno de gracia y de verdad», no lo hacen con mucha seguridad. ¿Y qué significa adorar a Jesús «en espíritu»? ¿Se trata del espíritu humano (RVR), o del «Espíritu de Dios» (DHH, TLA)?

Robert G. Bratcher ha escrito que «la fidelidad en la traducción se mide por el grado en que los lectores comprenden el texto traducido tal y como lo hicieron los lectores del original». Luego lanza la pregunta de si se puede afirmar que las traducciones tradicionales —unas más literales que otras— de versículos como Juan 1.14 comunican el mensaje proyectado. Obsérvense las siguientes traducciones de Juan 1.14 y 4.23–24 en RVR. ¿Les quedará claro a los lectores lo que pretendía el escritor al usar las palabras que se resaltan?

(a)     Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.

(Jn 1.14, RVR)

(b)     Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.

(Jn 4.23–24, RVR)

Bratcher propone la siguiente traducción dinámica equivalente para el versículo 1.14: «Y el Verbo se hizo ser humano y vivió por un tiempo entre nosotros; y hemos visto su naturaleza divina, llena de amor constante y fidelidad, naturaleza divina que, como Hijo, comparte con el Padre». Ciertamente la tarea de traducir versículos como este de una manera plena de significado es un problema especial de la traducción del NT.

Problemas especiales de la traducción de las cartas

1. El lado de una conversación en dos direcciones

Muchas de las cartas del NT son parte de una conversación entre el escritor y los lectores en dos direcciones. Sin duda, en sus cartas Pablo responde a los informes que le han llegado de las iglesias en forma escrita u oral. Los lectores originales de esas cartas compartieron información con Pablo, que era parte de su experiencia común, de modo que no era necesario que esa información se repitiera. Pero, para los traductores de hoy, esa falta de información acarrea problemas, como lo ilustran los siguientes ejemplos.

1.1. Filipenses 4.3

Cuando Pablo se refiere a «mi fiel compañero de trabajo», los cristianos filipenses sabían de quién hablaba. En el texto griego, las palabras «fiel compañero de trabajo» pueden referirse tanto a un hombre como a una mujer. El contexto sencillamente no ofrece suficiente información como para que el lector de hoy sepa si Pablo le está hablando a un hombre o a una mujer. Sin embargo, en los idiomas que tienen diferentes formas para el masculino y el femenino de los sustantivos, como ocurre en el español, los traductores deben decidir si Pablo quiso decir «compañero» o «compañera». Otros idiomas también tienen formas masculinas y femeninas para los pronombres de la segunda persona singular, de manera que el pronombre «te» («te pido que ayudes») debe ser o masculino o femenino en este mismo versículo.

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1.2. 1 Corintios 7.1

Cuando Pablo escribió 1 Corintios, en parte estaba respondiendo a una carta que le habían escrito (véase 1 Co 7.1). A veces es imposible saber cuándo Pablo cita palabras de la carta a los corintios y cuándo expresa sus propios pensamientos. Tradicionalmente, el versículo 7.1b se ha traducido como si fueran palabras de Pablo, es decir, que Pablo recomienda «que el hombre no se case» (DHH, literalmente, «no toque mujer»). Sin embargo, recientemente muchos intérpretes y traductores entienden que en este versículo Pablo está citando de la carta que le enviaron los corintios (NRSV, REB, GeCL [alemán común]). Entendido así, el texto debe traducirse: «Ahora paso a contestar las preguntas que ustedes me hicieron en su carta. Ustedes dicen: “Bueno sería que el hombre no se casara [= abstenerse de mujer]”. Pero yo digo, a causa de la inmoralidad sexual, cada uno debe tener su propia esposa».

En casos como los dos mencionados —y hay muchos más en las cartas de Pablo—, los receptores originales de las cartas tenían una ventaja con la que no cuentan los traductores hoy. Desafortunadamente, no se pueden dar soluciones sencillas. Los traductores deben estar conscientes de que las cartas de Pablo eran parte de conversaciones y debates progresivos; no eran tratados teológicos abstractos y atemporales. Pero al tomar conciencia de este aspecto en las cartas del NT, los traductores también se darán cuenta de que deben estudiar comentarios y varias traducciones antes de formular sus propias interpretaciones. La nota que hace LPD en el versículo 7.1, por ejemplo, afirma: «Es probable que esta frase pertenezca a la consulta formulada por los corintios. En ese caso, la respuesta de Pablo comenzaría en el v. 2».

2. El pensamiento condensado de las cartas paulinas

La línea de razonamiento que emplea Pablo se expresa casi siempre en unas cuantas palabras. Aunque las relaciones entre oraciones y párrafos debieron haber sido claras para quien las escribió, no siempre son claras para nosotros hoy día. Esto acarrea problemas para los traductores. Primeramente, porque no siempre estamos seguros de lo que Pablo quiso decir, y segundo, una vez que comprendemos las palabras de Pablo, ¿cómo podemos ayudar a los lectores de hoy a comprenderlas? Los siguientes dos ejemplos de las cartas de Pablo a Roma y Corinto ayudarán a ilustrar estos problemas.

2.1. Romanos 14.10a

El pasaje de Romanos 14.1–15.3 es una unidad dentro de esta carta. En esta sección, Pablo trata los problemas causados por dos facciones dentro de la iglesia. Los miembros de un grupo, al que Pablo llama «los que son débiles en la fe», critican y juzgan al otro grupo por comer ciertos alimentos y por no considerar ciertos días como más religiosos que otros. El segundo grupo, a quien Pablo llama «los que somos fuertes en la fe», en el cual se incluye, desprecia a los que son «débiles en la fe». Este es el contexto en el que escribe el versículo 14.10.

La Biblia Interconfesional, NT nos da una traducción que confunde al lector no avezado: ¿Cómo te atreves entonces a erigirte en juez de tu hermano? ¿Quién eres tú para despreciarle? Una traducción de esta clase provoca que muchos lectores crean que Pablo le está haciendo a alguien («tú») dos preguntas diferentes. Es decir, parece que Pablo está diciendo que alguien es culpable tanto de criticar como de menospreciar a otro hermano cristiano. Pero una lectura cuidadosa del versículo dentro del contexto del pasaje deja en claro que Pablo le habla primeramente a la persona que es «débil en la fe»: «¿Por qué, entonces, criticas a tu hermano [el que es fuerte en la fe]?». Y luego le dirige la segunda pregunta al que es «fuerte en la fe»: «¿Por qué lo menosprecias [al que es débil en la fe]?».

Como Pablo ha expresado su pensamiento de modo tan escueto, los traductores deben ampliar y añadir las palabras que forman parte del significado no escrito. DHH lo intenta repitiendo el pronombre «tú»: ¿Por qué, entonces, criticas a tu hermano? ¿O tú, por qué lo desprecias? Pero DHH no tiene un éxito total. El pronombre de objeto directo «lo», parece hacer referencia al mismo «hermano» que está siendo criticado. Noten cómo GNB aclara que Pablo le habla primero al que es débil en la fe y luego al que es fuerte en la fe: «Tú entonces, que sólo comes vegetales, ¿por qué juzgas a otros? Y tú que comes cualquier cosa, ¿por qué desprecias a otros creyentes?»  La TLA resuelve la ambigüedad haciendo una sola declaración: Por eso no deben ustedes criticar a los otros hermanos de la iglesia, ni despreciarlos.

2.2. 1 Corintios 9.1a

Casi todas las traducciones de este versículo son traducciones literales del griego: «¿No soy apóstol? ¿No soy libre?». ¿Cuál es el significado de «no soy libre»? Sorprendentemente, algunos lectores creen que Pablo quiere decir que es libre del pecado (véase Ro 6.7, «libre del pecado», DHH). Sin embargo, el versículo 1 debe leerse dentro del contexto más amplio de los capítulos 8–10, que forman una unidad en esta carta. NBJ agrupa estos capítulos bajo el título: «Sobre lo inmolado a los ídolos».

Cuando se les ofrecía carne a los dioses paganos, parte de la carne era para los sacerdotes y para la persona que hacía el sacrificio. El resto se ingería en comidas sagradas o se vendía en tiendas y mercados públicos. Los capítulos 8—10 son la respuesta de Pablo a la carta que venía de Corinto, donde se le preguntaba si era correcto que los cristianos comieran esta carne que había sido ofrecida a los ídolos paganos. Pablo responde que los cristianos son libres de comerla, a menos que el hacerlo haga que los cristianos de una fe débil tropiecen espiritualmente. Algunos cristianos aparentemente estaban reclamando que tenían «derecho» de comer esta clase de carne, aun si al hacerlo eran piedra de tropiezo para los débiles en la fe (véase 8.9).

En este contexto, Pablo se pone de ejemplo para el fuerte en la fe. Dice que él mismo había tenido ciertos «derechos» cuando estuvo en Corinto (9.3–7, 12a), pero que no los hizo valer. Explica que si hubiera insistido en su derecho de que le pagaran por el trabajo que hacía entre ellos, algunos lo habrían acusado de predicar a Jesús solo para hacerse rico (véase 9.12b). Así que renunció a sus «derechos» por amor a los demás. Ahora les pide a los cristianos corintios que comen la carne ofrecida a los ídolos, que cedan su derecho cuando no hacerlo resulte destructivo para la fe de otros cristianos. En otras palabras, les pide que sigan su ejemplo cediendo sus derechos, aun cuando sean libres para comer carne. GeCL traduce el versículo 9.1a: «Tómenme como ejemplo. ¿Acaso no soy libre? ¿Acaso no soy apóstol?».

Al igual que quienes insisten en su libertad de reclamar derechos, Pablo afirma que él también es libre de insistir en los suyos, pero que no lo ha hecho. La forma en que Pablo expresa esto, sin embargo, es bastante escueta: «¿No soy libre?». Los traductores deben entonces, «descomponer» estas palabras y decir algo como: «Ustedes que insisten en sus derechos, tómenme como ejemplo. ¿Acaso no soy libre para insistir también en los míos?».

3. Términos difíciles en las cartas de Pablo

En las cartas de Pablo aparecen repetidas veces ciertas palabras y expresiones. Dos de ellas, cuyo significado y traducción han sido tema de muchos debates, son la palabra «justificar» y sus términos relacionados, y la expresión «en Cristo».

3.1. Justicia/justificar/justificación

La traducción tradicional de Romanos 1.17 dice: «Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela» (RVR). En los siglos pasados, los lectores solían entender «la justicia de Dios» como algo que apuntaba principalmente a la moral o el carácter ético de Dios. En este siglo, los eruditos han reconocido que a pesar de que Pablo escribió en griego, su uso de ciertas palabras griegas refleja la influencia de su herencia judía y de su lectura del AT traducido al griego.

Muchas veces en el AT la «justicia» de Dios hace referencia a la actividad de Dios de hacer el bien y de hacer que su pueblo volviera a tener una relación correcta con él. La «justicia» de Dios en Isaías 45.21, 51.5, Salmos 24.5, 31.1, 98.2 y 143.11 es casi un sinónimo de «salvación». El conocer estos antecedentes del uso que Pablo le da a «justicia de Dios» llevó a que los traductores de DHH utilizaran en Romanos 1.17 una traducción de equivalencia dinámica, en vez de una traducción literal: «Pues el evangelio nos muestra de qué manera Dios nos hace justos». DHH indica correctamente que la «justicia de Dios» es una actividad de Dios. Pero Pablo no dice que Dios hace a las personas «justas», sino que las salva restaurando su relación con ellos. GNB afirma más exactamente: «pues el evangelio revela cómo Dios pone a las personas en una relación correcta consigo mismo». Aunque LPD usa una traducción literal de «justicia de Dios», en una nota aclara lo que Pablo quiso decir: «Pablo designa con esta expresión toda la actividad de Dios ordenada a la salvación de los hombres y a la redención del universo».

3.2. En Cristo

Las palabras griegas que se traducen «en Cristo» son fáciles de traducir de modo literal en la mayoría de los idiomas del mundo. El problema de la traducción literal es que tiene poco o ningún significado para los lectores. ¿Cómo puede alguien estar «en Cristo»? Pablo parece usar esta expresión de manera bastante vaga, pero puede afirmar generalmente dos cosas: (a) las palabras «en Cristo» vinculan la salvación que Dios da y que los cristianos experimentan por la muerte y resurrección de Jesús (véanse Ro 3.24, 1 Co 15.22, Gl 2.16); y (b) estas palabras también vinculan a un cristiano individual con la comunidad cristiana (véanse Ro 12.5; Gl 3.26–28). GNB suele traducir «en Cristo» como «en unión con Cristo». Esta traducción parece teológicamente correcta, y al mismo tiempo, posiblemente exprese con más claridad el significado a la mayoría de los lectores de hoy.

Problemas especiales de la traducción del Apocalipsis

Problemas especiales en la traducción del Nuevo Testamento —Parte 3

Si uno le pregunta a un equipo de traductores que esté empezando a trabajar en el NT cuál libro espera que sea el más difícil de traducir, la respuesta será normalmente la misma: Apocalipsis. Si al final del trabajo se les pregunta a esos mismos traductores cuál libro fue el más sencillo de traducir, la respuesta será normalmente también la misma: Apocalipsis.

Como se afirmó al principio de este capítulo, no se debe suponer que un versículo o pasaje será difícil de traducir solo porque sea también difícil de comprender. En muchas ocasiones, es difícil traducir cuando no se tiene claro qué significa un versículo. Pero eso no siempre es así. Por ejemplo, en el Apocalipsis los intérpretes han discutido por años el significado del número 666, relacionándolo con emperadores y papas, con Adolfo Hitler y Ronald Reagan. Quién era la persona que tenía el escritor en mente con exactitud, si es que hubo alguien específico, es algo que sencillamente no sabemos hoy. Con todo, el que los intérpretes no sepan a quién o a qué está aludiendo el número 666 no significa que este versículo sea difícil de traducir.

Esto no implica que el Apocalipsis no presente problemas especiales a la hora de traducirse. Uno de ellos, que se reconoció desde el siglo III, es que el griego de este libro a veces no sigue las reglas normales de la gramática griega. Para algunos eruditos, estos «errores» gramaticales se explican partiendo del supuesto de que el autor pensaba en hebreo o arameo mientras escribía en griego. Un rápido ejemplo lo ilustrará.

Apocalipsis 22.16a. RVR traduce la primera mitad del versículo de este modo: «Yo, Jesús, he enviado a mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias». La preposición que se traduce como «en [las iglesias]» no es la preposición que uno generalmente esperaría. Si el escritor quiso usar esta preposición particular en la forma en que a veces se usaba la preposición equivalente del hebreo, se podría traducir este versículo así: «para daros testimonio por el bien de las iglesias» en lugar de «en las iglesias».

Otra dificultad que surge al traducir Apocalipsis es que el escritor hace referencia a distintos tipos de piedras preciosas en los versículos 21.18–21, las cuales son desconocidas a veces en la cultura de la lengua receptora. Cuando el idioma receptor no tiene nombres para todas estas piedras, los traductores pueden recurrir a varias posibles soluciones: (1) pueden decir «piedras preciosas llamadas…» y listar cuáles son; o (2) pueden simplemente agrupar las piedras desconocidas y decir algo como «y otras gemas/piedras preciosas».

Conclusión

Los problemas de la traducción del NT no son realmente nada diferentes de los que presenta la traducción de otros escritos antiguos. Los traductores deben primero determinar cuál es el texto correcto con base en los manuscritos existentes. Luego deben lidiar con los significados de palabras, expresiones, costumbres y construcciones gramaticales que sean poco comunes y desconocidos.

Los traductores deben tomar muchas decisiones en cuanto al texto y su interpretación. Deben también decidir cómo expresar el significado correcto de manera clara y natural dentro del idioma receptor. Hay muchas buenas traducciones del NT, pero ninguna es perfecta. Y quizá así deba ser, para que nuestra fe se centre en nuestro Señor y no en el libro que da testimonio de él.

Libro recomendado

Margot, Jean-Claude. Traducir sin traicionar. Teoría de la traducción aplicada a los textos bíblicos. Trad. del francés por Rufino Gody. Madrid: Ediciones Cristiandad, 1987.

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Notas y referencias
2 Kees de Blois desarrolla una discusión más detallada de este asunto en el capítulo «Forma y significado del texto», Descubre la Biblia III.
3 Teología del NT, Salamanca: Ediciones Sígueme, 1974.
4 BT, (1991): 401.

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