Evangelismo no es invitar gente nueva a la iglesia, ni recibir nuevos miembros, ni restaurar miembros inactivos, ni ejercer presión en el ámbito social para cambiar algún sistema corrompido o corregir algún mal.
Por supuesto, el evangelismo, cuando se hace efectivamente, afecta directa o indirectamente cada una de esas áreas.
En el sentido bíblico, evangelismo es el anuncio de la obra redentora de Cristo y sus implicaciones para cada ser humano. Ese anuncio se da no solamente en forma verbal (sermones, conversaciones, testimonios, etc.), sino también en hechos (amando al prójimo, dando un vaso de agua al sediento, comida al hambriento, albergue al desamparado, etc.).
La finalidad de esta proclama es ser un canal a través del cual el Espíritu Santo llame al pecador al arrepentimiento, le dé el don de la fe, de tal manera que pueda tener un encuentro personal con Jesucristo y así experimentar una transformación total.
La experiencia tiene repercusiones tanto para el presente como para la eternidad. Esa transformación es lo que Pablo llama en Romanos 1.16 «la salvación». La salvación implica:
- Reconciliación de una raza enajenada y descarriada de su Dios y de sí misma, teniendo como resultado una vida abundante y fructífera.
- Libertad para un mundo esclavizado a pasiones vergonzosas a causa de su rebelión.
- Perdón para el individuo arrepentido.
- Justificación para ser vistos como santos ante los ojos y el juicio de Dios.
- Esperanza en cuanto a nuestro destino eterno.
- Seguridad en cuanto a que las promesas de Dios son seguras.
El evangelismo es la realidad funcional de la Iglesia, aquello que es su razón de ser. La Iglesia no existe para ninguna otra cosa sino para proclamar al mundo el mensaje de salvación, y para glorificar a Dios en el proceso.
La evangelización es Dios actuando redentoramente en el mundo a través de la Iglesia, en virtud de la encarnación, muerte y resurrección de su Hijo, para traer salvación a una humanidad desesperada, perdida y desintegrada en todas las dimensiones de su existencia.
La humanidad está profundamente desesperanzada. La tarea principal de la Iglesia en esta época actual es infectar a los hombres con esperanza, como decía Jurgen Moltmann en su libro Teología de la esperanza, en 1966.
El evangelismo efectivo involucra tres medios:
PRESENCIA – Demuestra el cristianismo a través del testimonio de vida. El testimonio del cristiano es una vía muy importante para comunicar el evangelio.
PROCLAMACIÓN – Comunica verbalmente los términos del evangelio. Si bien el testimonio de vida de un creyente es una herramienta muy importante, debemos recordar que una palabra no hablada es una palabra no escuchada. La Palabra de Dios es fundamental en este punto. El apóstol Pablo dice en su carta a la iglesia de Roma: «Todo el que invoque el nombre del Señor será salvo. Ahora bien, ¿cómo invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán si no hay quien les predique?» (Ro 10.13-14). Y más adelante añade: «Así que la fe proviene del oír, y el oír proviene de la Palabra de Dios» (Ro 10.17).
PERSUASIÓN – Busca activamente una respuesta positiva. Una persona sin Cristo está destinada a la condenación eterna. Por ese motivo debemos buscar activamente que las personas a las cuales evangelizamos se den cuenta de su estado y acudan a Cristo. Debe hacerse con respeto, pero también con iniciativa. Predicando a tiempo y a fuera de tiempo, para la salvación de la persona y para la gloria de Dios.