«Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia; no te olvides ni te apartes de las razones de mi boca.» (Proverbios 4.5)

¿Qué pasaría si un barco se desviara poco a poco del curso establecido? ¡Sin duda llegaría a un puerto totalmente distinto del que se había propuesto arribar! ¡No lograría alcanzar su destino!
Somos jóvenes y tenemos muchos sueños, ilusiones, anhelos, proyectos y deseos de alcanzar una vida que valga la pena ser vivida. ¡No queremos experimentar el fracaso ni la frustración! ¡Nos gustaría lograr el éxito en todo lo que emprendamos!
Pues bien, éste es el momento para tomar buenas decisiones y poner las bases de nuestro futuro. ¿Qué necesitamos? Tres cosas importantes:
- Destino. Pensemos bien lo que deseamos hacer. ¿Hacia dónde nos dirigimos? ¿Cómo nos vemos de aquí a unos años? ¿Qué clase de persona nos gustaría ser?
- Trayecto. Seleccionemos el mejor camino para llegar a buen puerto. No esperemos soluciones mágicas ni resultados sin esfuerzo. Busquemos siempre lo mejor, aunque al principio nos parezca difícil.
- Dirección. Mantengamos el mismo rumbo y no permitamos que nada, tentaciones, debilidades, críticas, nos hagan cambiar el camino que hemos tomado.
Las personas que viven en plenitud y disfrutan de la verdadera felicidad son aquellas que permiten que Dios dirija sus vidas. Esto les brinda la capacidad de establecer objetivos, desarrollar planes y permanecer firmes en todo lo que hacen. ¡Nada ni nadie logra desviarlos de su propósito!
Sumérgete: ¿Queremos tener una vida plena? Decidamos cada día hablar con Dios en oración y estudiar la Biblia. Disfrutaremos la alegría de compartir tiempo con él y conocer lo que desea para nosotros.