«Júzgame, oh Jehová, porque yo en mi integridad he andado; he confiado asimismo en Jehová sin titubear. Escudríñame, oh Jehová, y pruébame; examina mis íntimos pensamientos y mi corazón.» (Salmos 26.1-2)
Algunas personas se quejan porque ya no quedan más valores, todo está perdido y nadie desea hacer lo bueno. ¡Qué visión tan pesimista de la realidad! Esas palabras expresan su frustración ante el deterioro de ciertos aspectos de las relaciones entre los seres humanos.

Pero en realidad, no es que los valores ya no existan, sino que han sido reemplazados por «antivalores». Por ejemplo…
…el valor de la fidelidad en el matrimonio se reemplaza por el deseo de hallar placer en cualquier persona aunque no sea el marido o la esposa;
…el valor de la amistad se cambia por la utilización de los demás como si fueran cosas y no seres humanos;
…el valor de la honradez es reemplazado por el logro de los objetivos a toda costa;
…el valor de la verdad se cambia por la mentira y el engaño;
Los valores son el auténtico motor que impulsa la conducta y las decisiones de cada persona. ¡Nadie podría vivir sin ellos!
¿Qué valores movilizan nuestra vida? ¿Qué pensamos de los demás y de la manera en que desarrollamos nuestras relaciones?
Aprovechemos la lectura bíblica diaria y permitamos que esas enseñanzas nos guíen en la formación de nuestros valores, de modo que podamos crecer en la fe y experimentar una vida plena.
Sumérgete: Anotemos en un cuaderno los valores que descubramos al leer la Biblia cada día. Pidámosle a Dios que nos ayude a incorporarlos en nuestra vida y en nuestro modo de ser.