«Bienaventurado el pueblo que sabe aclamarte; andará, oh Jehová, a la luz de tu rostro.En tu nombre se alegrará todo el día, y en tu justicia será enaltecido.» (Salmos 89.15-16)

¿Qué es preferible? ¿Saludar de vez en cuando a una persona muy importante o ser su amigo? ¡Sin duda la amistad es mucho más valiosa que un simple apretón de manos de vez en cuando!
Algunas personas se acercan a Dios con la intención de pedirle que las ayude a resolver los problemas, ser curadas de las enfermedades, recibir la bendición para realizar con éxito un proyecto determinado, asegurarse la protección de los ángeles al conducir en la carretera, conseguir las mejores ofertas en el supermercado, y mil cosas más.
«¡Cada día debemos buscar al Dios de las bendiciones en lugar de las bendiciones de Dios!»
Quienes se comportan de esta manera solo recurren a la ayuda del creador cuando se ven superados por las circunstancias y los problemas. Pero en cuanto logran lo que buscaban, no invierten tiempo ni esfuerzo en conocer a Dios y aprender sus enseñanzas para alcanzar una vida feliz.
Pero los seguidores de Jesús sabemos que es mucho más valioso desarrollar una amistad con Dios antes que tratar de lograr un beneficio específico para nuestra vida.
Como padre bondadoso, Dios se alegra de ayudar a quienes confían en él. Pero está mucho más contento con aquellos que deciden ir más allá de un insistente pedido de favores y dedican tiempo para hablar con él en oración, conocerlo y recibir sus consejos para disfrutar del éxito y la plenitud.
Cuánta razón tenía quien dijo: «¡Cada día debemos buscar al Dios de las bendiciones en lugar de las bendiciones de Dios!»
Sumérgete: ¡Por supuesto que Dios desea bendecirnos y ayudarnos en todo momento! Pero disfrutaremos mucho más de sus beneficios al entablar una relación permanente de amor con el Creador. ¡Meditémoslo!