«Pero la gracia de nuestro Señor fue más abundante con la fe y el amor que es en Cristo Jesús.» (1 Timoteo 1.14)
Se cuenta que en cierta ciudad se desarrollaba una subasta. Durante el programa, el encargado presentaba los artículos, mencionaba el precio de venta y la gente ofrecía distintas sumas de dinero por ellos. ¡Casi todo se vendía al doble de lo que costaba!
Media hora después del inicio le llegó el turno a un antiguo violín que parecía no valer nada. Las cuerdas estaban desajustadas y la madera tenía marcas que confirmaban que el dueño no lo había cuidado lo suficiente.
El subastador dijo el precio y preguntó quién ofrecía más. Nadie contestó. Volvió a preguntar y de nuevo hubo silencio en la sala. ¡Al parecer nadie quería comprar algo inservible!
De pronto, un hombre se levantó de su asiento, pidió que le prestaran el violín y se detuvo a pocos metros del público. Minutos después comenzó a tocar una melodía tan hermosa que hizo que la gente estallara en aplausos y ofreciera sumas elevadas por el violín.
¿Dónde estuvo la diferencia? En el violinista. No era uno más del montón: ¡era un experto que sabía cómo afinar violines para interpretar con ellos las notas más bellas!
Dios, nuestro Creador, nos ve como seres muy valiosos. Dejemos que el Maestro haga los cambios y ajustes necesarios y entonces comenzaremos a vivir la vida plena que él nos promete en la Biblia.
Sumérgete: No hagamos caso de las palabras hirientes de los demás. La gente se equivoca cuando menosprecia a las personas. Dios hace todo lo contrario: nos encuentra, limpia nuestra vida y nos ayuda a vivir la vida abundante y plena que preparó para quienes creen en él.
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