Todo tiene su tiempo de espera

Todo tiene su tiempo de espera

«Pero deseamos que cada uno de vosotros muestre la misma solicitud hasta el fin, para plena certeza de la esperanza.» (Hebreos 6.11)

Todo tiene su tiempo de espera
Imagen provista por unsplash.com/@goumbik

Esa tarde había demasiada gente en el consultorio. Para colmo el aparato de aire acondicionado no funcionaba bien, así que el calor era insoportable. Gabriel esperaba su turno y sabía que no podía irse porque necesitaba hacerle una consulta al médico. Pero, ¡qué ganas tenía de escapar de allí!

Al cabo de una interminable hora y media de espera, el especialista abrió la puerta y anunció el nombre de Gabriel. ¡Al fin había llegado su momento!

Todos hemos vivido alguna vez una experiencia como la de Gabriel.

Los campesinos tienen que esperar un tiempo entre la siembra y la cosecha. El diploma de la universidad llegará luego de algunos años de estudio. La «dulce espera» se toma casi nueve meses y entonces nace un bebé. El avión recorre kilómetros antes de llegar a destino.

Tener amigos, formar una buena familia, ahorrar dinero, desarrollar un talento, aprender cosas nuevas… los aspectos más importantes de la vida requieren tiempo y dedicación para convertirse en realidad.

Recibir respuestas a las oraciones, mejorar la manera de hablar, cambiar los aspectos feos de nuestro carácter, parecernos cada día más a Jesús… las cosas que Dios quiere desarrollar en cada uno de nosotros serán el resultado de una espera activa de nuestra parte. Estarán directamente relacionadas con lo que hagamos en el proceso. ¡Busquemos a Dios, confiemos en él y, aunque tarde, recibiremos lo que nos prometió!

Sumérgete: En la vida habrá momentos en los que la gente que nos rodea nos alentará a dejar de confiar en Dios y en sus promesas. ¡No hagamos caso! Porque él jamás dejará de cumplir lo que prometió.

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