Un evangelio con consecuencias para la vida

Un evangelio con consecuencias para la vida

Introducción

Una de las grandes tragedias en el mundo cristiano de hoy es que muchos creyentes sienten que la salvación tiene que ver únicamente con ir al cielo o salvarse del infierno. Totalmente olvidan que la salvación tiene que ver con el aquí y el ahora, así como con el después. No solamente somos salvados, sino que también debemos ser discípulos del Señor Jesucristo.
La razón por la cual muchos creyentes son débiles e inquietos es que simplemente han ignorado la vida de disciplina que el Señor demanda.

Sumado a esto, pareciera que, a medida que la sociedad avanza hacia el libertinaje y a la falta de principios y valores, los creyentes seguimos la corriente del mundo. No somos sal y luz, nos conformamos al mundo que nos rodea, y ni siquiera nos damos cuenta.

En 1936, José Ortega y Gasset empezó una conferencia diciendo: “No sabemos lo que nos pasa, y eso es precisamente lo que nos pasa.”. No saber lo que nos pasa es el problema, pues nunca podremos solucionar lo que nos pasa y seguiremos viviendo de acuerdo a lo que creemos es lo mejor, sin tener en cuenta a lo que Dios quiere de nosotros. 

Ernesto Sábato, escritor argentino ya desaparecido, en su último libro, La Resistencia, dice: Años atrás, la vida de los hombres se centraba en valores espirituales hoy casi en desuso, como la dignidad, el desinterés, el estoicismo del ser humano frente a la adversidad, el honor, el gusto por las cosas bien hechas, el respeto por los demás, no eran algo excepcional, se los hallaba en la mayoría de las personas.

Julián Marías, filósofo y escritor español, recientemente desaparecido, dice: Desde hace varios años ya me inquietaba la manera como el cristianismo es vivido en nuestro tiempo. Me preocupaba la desvirtualización de la fe en manos de muchos que se han considerado sus titulares y casi propietarios. Y, sobre todo, la tentación de desnaturalizar la religión… reduciéndola a meras cuestiones temporales.

Se mantiene una creencia «nominal» en Dios, sin detenerse en él, podríamos decir.

Me cuesta bastante esfuerzo recordar algo oído o recientemente leído sobre la realidad de Dios. Se pronuncia su nombre —en vano— para seguir hacia lo que importa, y que puede ser importante, quien lo duda, pero que en el orden de la realidad es secundario, y en una perspectiva religiosa, literalmente subordinado.

Pareciera ser que hoy Dios nos habla a través de escritores y filósofos contemporáneos y nos recuerda el supremo llamamiento al que fuimos convocados. Un evangelio sin consecuencias para la vida y para la conducta no es evangelio. 

Pero hace casi 2000 años el apóstol Pablo también nos exhortaba a vivir vidas que agraden a Dios e impacten la sociedad de tremendos contrastes en la que vivimos. Una sociedad globalizada y globalizante, postmoderna y al mismo tiempo retrógrada, religiosa, pero cada vez más alejada de Dios. En Romanos 12.1-2 nos dice Pablo:

«Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. 2No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta»

Así que – La implicación de este “así que” es que la ética cristiana está teológicamente motivada o, poniéndolo de otra manera, que la obediencia del cristiano es su respuesta a lo que Dios ha hecho por él en Cristo, la expresión de su gratitud.

Calvino decía que el hombre nunca adorará a Dios de todo su corazón, o nunca le temerá y obedecerá con suficiente celo hasta que apropiadamente entienda cuánto le debe a causa de sus misericordias.

Los “así que” (o similares) de Pablo están ahí por alguna razón. Ciertamente su uso aquí, como una bisagra de las verdades anteriores es más importante que muchos otros. Sería imposible comprender cabalmente las enseñanzas de Pablo sin edificarlas en los capítulos precedentes.

El “por lo cual” que abre el capítulo 2 se refiere a algunos versículos anteriores donde se describe la terrible pecaminosidad y depravación del hombre. El “pues” que abre el capítulo 5 se apoya sobre los 36 versículos anteriores en donde Pablo presenta la doctrina de la justificación por la fe aparte de las obras de la Ley. Pero el “así que” de nuestro pasaje se sostiene sobre toda la verdad que ha sido presentada en los 11 capítulos anteriores. Consecuentemente, la vida que es demandada de aquellos que hemos creído en Cristo es vista como el desarrollo lógico de la obra de redención.

Os ruego: El apóstol no está, de ninguna manera, rogando un favor, él está clamando en el nombre de Cristo, por una obediencia que sus lectores están bajo la obligación de cumplir.

Por las misericordias de Dios: La compasión y piedad que Dios ha demostrado al proveer todo lo que el hombre necesita para la salvación. La preposición “por” sugiere un agente mediante el cual algo se realiza. Las misericordias de Dios constituyen el poder a través del cual la exhortación hecha debe afectar a la vida del creyente.

  • Justificación
  • Identificación con Cristo
  • Gracia versus Ley
  • Somos morada del Espíritu Santo
  • Fidelidad de Dios
  • Justicia de Dios

I. Que presentemos nuestros cuerpos en sacrificio

Otra vez Sábato nos dice: “¿Qué ha puesto el hombre en lugar de Dios? No se ha liberado de cultos y altares. El altar permanece, pero ya no es el lugar del sacrificio y la abnegación, sino del bienestar; del culto a sí mismo, de la reverencia a los grandes dioses de la pantalla.

Presentemos: Ubicar algo a la disposición de alguien. Implica voluntad de hacerlo. Cuando alguien, voluntariamente, da algo, lo da en su totalidad.

Nuestros cuerpos: Nosotros mismos. La totalidad de lo que somos. El cristiano debe 

ofrecerse totalmente a Dios. Aquellos que reciben esta exhortación ya no se pertenecen a 

sí mismos, sino que son totalmente propiedad de Dios. lo somos por creación, por 

redención y, ahora, voluntariamente, por ofrecimiento.

Nuestros cuerpos son:

a. La avenida para el pecado. Es la manera en que exteriorizamos todo. Sin cuerpos 

sería más fácil permanecer sin pecado.

b. El signo seguro de vida interior. Es la prueba de que no cedemos nada para nosotros 

mismos y que aún nuestros cuerpos se mueven de acuerdo al plan de Dios.

c. La prueba de un punto de vista correcto. La vida espiritual se expresa hacia los otros a través de las acciones externas.

1. Vivo

En contraste con las ofrendas inmoladas que Israel traía ante la presencia de Dios. El servicio y la adoración de Dios es libertad, no esclavitud; es vida, no es muerte.

Aun así, en todo sacrificio vemos que el elemento de la muerte está presente; en este caso, aunque no perdamos la vida, la cedemos a Dios y una nueva vida de santidad es ganada.

2. Santo

Alejado del pecado y apartado para Dios. En algún sentido, la idea del Antiguo Testamento de que el sacrificio es apartado para un uso y una dedicación especial es mantenida.

3. Agradable

Esto se relaciona cercanamente con la frase que lo sigue.

Adoración racional. El constante ofrecimiento de nosotros mismos en nuestro

vivir cotidiano es una adoración racional, lógica. La verdadera adoración que Dios

requiere es aquella que implica todo lo que somos en cada acto de nuestra vida. 

Cualquier acto de adoración que no es acompañado por obediencia en los asuntos 

ordinarios de la vida debe ser considerada como adoración falsa, inaceptable por Dios.

¡Oíd la palabra de Jehová! ¡Escuchad la ley de nuestro Dios…

Lavaos y limpiaos quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos,

dejad de hacer lo malo, aprended a hacer el bien, buscad el derecho, socorred al 

agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda.” (Isaías 1.10, 16-17; ver

también Isaías 58.1-11; Amós 5.21-24). Esta es nuestra adoración racional, pensante.

Epictetus dijo: «Si yo fuera un ruiseñor, cantaría como un ruiseñor; si yo fuera un cisne,

cantaría como un cisne; pero como soy un ser racional, canto himnos de alabanza a 

Dios».

Por otra parte, Philo dijo: «Lo que es precioso ante los ojos de Dios no es el número de 

víctimas inmoladas, sino la verdadera pureza de un espíritu racional en el que sacrifica.

La actitud de la mente de la persona que ofrenda un sacrificio ordinario le importa más a Dios que el número de víctimas ofrecidas».

Lo que Pablo nos enseña no es consistente con la racionalidad natural del hombre, sino con el entendimiento apropiado de la verdad de Dios revelada en Jesucristo.

II. Que no nos moldeemos a este mundo

La forma verbal utilizada aquí implica que debemos parar una acción que ya 

estaba siendo llevada a cabo. Discontinuar una acción en progreso.

Las buenas noticias en cuanto a este mandamiento negativo es que ya no somos víctimas 

incapaces de resistir fuerzas tiranas; sino que somos capaces de resistir esta presión 

que viene tanto de adentro como de afuera, pues la misericorde acción de Dios en Cristo 

Jesús ha provisto los medios para nuestra resistencia.

No necesitamos ceder al molde del mundo; podemos moldearnos tras la guía 

del Espíritu. Debemos ceder al molde del Espíritu para ser transformados 

constantemente; remoldeados, rehechos a fin de que su vida pueda verse, más y más 

claramente a través de nosotros. La vida del cristiano debe desarrollarse en un continuo proceso de santificación a fin de ser formado y moldeado, más y más, en conformidad con la justa voluntad de Dios.

Pablo llama “malo” al presente siglo (Gál 4.1; Ef 2.2). El Espíritu pide que no seamos conformados a este satánico orden de cosas.

1 Pedro 1:13-16: “Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios y 

esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado. 

Como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en 

vuestra ignorancia, sino, así como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros 

santos en toda vuestra manera de vivir, porque escrito está: «Sed santos, porque yo soy 

santo».

III. Que nos transformemos

La palabra que Pablo utiliza es metamorfosis – (véanse Mt 17.2; Lc 9.29; 2 Cor 3.18).

El presente imperativo significa que debemos continuar una acción que ya estaba siendo llevada a cabo. 

Un gusano se transforma en una mariposa por medio de la metamorfosis. Luego de la transformación ya no es más un gusano, sino que es algo completamente nuevo.

La transformación no es un hecho que pasa en algún momento de nuestra vida y listo; tiene que ser repetida continuamente y dura toda la vida del creyente, hasta que la imagen de Cristo sea formada completamente en nosotros.

El medio — La renovación de nuestra mente

¿Cómo la renuevo?

Efesios 4.22-24; Col. 3.9, 10

La razón — Comprobar, experimentar, conocer a través de la prueba (Ef. 5.8-10)

Dios tiene un plan para nuestras vidas que solo podremos descubrir si nos rendimos a él y rehusamos ser conformados a este siglo.

  • Lo que es bueno
  • Lo que agradable
  • Lo que es perfecto

Conclusión

La única manera de pasar por este mundo en forma válida es vivir de acuerdo al plan de Dios para nuestra vida. Su plan está basado en sus misericordias, primariamente, y en nuestra obediencia como respuesta a su amor y provisión.

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