«Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos.» (Mateo 6.7)

Jesús nos enseña a orar de corazón y no con meras repeticiones. Hay personas que dicen bellísimas oraciones, pero en realidad sus palabras no reflejan una relación de amor con Dios. ¡Al contrario! Son frases y pensamientos aprendidos de memoria que se repiten una y otra vez solo por costumbre.
Pero nosotros, cuando hablemos con Dios cada día, debemos hacerlo con respeto y humildad, pero también con la confianza de saber que nos acercamos a nuestro Creador, quien nos ama y desea lo mejor para nuestra vida.
Es cierto que a medida que aprendamos a orar, conozcamos las enseñanzas de la Biblia y crezcamos en nuestro compromiso con Jesús, habrá ciertas palabras con las que sentiremos mayor comodidad. Eso también ocurre en las relaciones humanas: hay saludos, formas de hablar y frases que utilizamos a diario con la gente que nos rodea.
El problema no es reiterar expresiones o decir cosas que ya mencionamos en otro momento. Por supuesto que es bueno renovar las maneras e incorporar nuevas expresiones porque la oración es un diálogo dinámico con Dios, no un monólogo del cual participamos en soledad.
El asunto más importante es considerar nuestra oración como la oportunidad de relacionarnos con nuestro Creador y permitirle dirigir nuestra vida. ¡Una conexión directa con Dios en la que le manifestamos nuestro amor y recibimos su bendición cada día!
Sumérgete: Debemos cuidar que nuestro tiempo diario de oración no se convierta en un aburrimiento del cual nadie quiere participar. Recordemos que estamos delante del creador del universo, quien nos ama y nos ofrece su amor, perdón y paz.
Gracias me fue muy útil la respuesta..Dios le bendiga.