«Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza.» (1 Timoteo 4.12)

Uno de los motivos por los que algunas personas no se acercan a Dios es la falta de sinceridad en quienes dicen ser creyentes. Todos queremos disfrutar de la vida, tener paz, conocer el verdadero amor y saber que nuestros pecados pueden ser perdonados. El problema está en quienes dicen seguir a Jesús pero viven su vida dando mal ejemplo.
- No se puede decir que uno ama a Jesús pero al mismo tiempo menosprecia a los demás.
- No se puede hablar del perdón de Dios y a la vez guardar rencor hacia quienes nos han ofendido.
- No se puede pedir que la gente cumpla los mandamientos mientras uno mismo los desobedece.
- No se puede trabajar por la paz del mundo y promover el odio y la guerra entre hermanos.
¡Qué feo es darle lugar a la hipocresía! ¡Todo lo contrario a lo que significa seguir a Jesús!
Porque cuando creemos en Dios y recibimos a Jesús como salvador de nuestra vida, la transparencia y la sinceridad deben adornar nuestro carácter. En otras palabras, la gente debe ver en nosotros un ejemplo de amor, paz y alegría.
Esto no quiere decir que seamos personas perfectas y sin errores. ¡Al contrario! A pesar de vivir en un mundo lleno de tentaciones y cometer equivocaciones, vivamos nuestra fe sin máscaras y sin creernos superior a los demás. ¡Amamos a Dios y a las personas!
Sumérgete: Jesús quiere que seamos un ejemplo de su amor. Que podamos compartir con los demás el perdón, la misericordia y la amistad que él nos da cada día.