«La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.» (Juan 14.27)

Por todo el mundo hay conflictos bélicos. La guerra, los territorios invadidos, el exilio obligado y la muerte son parte del escenario mundial.
Durante el siglo XX se produjeron los dos enfrentamientos internacionales más sangrientos: las denominadas «Primera» y «Segunda» Guerras Mundiales. Miles de personas murieron en los campos de batalla, y otros tantos como víctimas de las enfermedades, la depresión y el suicidio. ¡Cuántos hogares destruidos! ¡Cuántos niños sin padres!
A veces parece que nuestro mundo se cae a pedazos, ¿no es cierto? Mientras algunos piensan cómo habitar otros planetas, aquí en la Tierra muchos países sufren la tristeza, el abandono y la violencia en todas sus formas.
¡Paremos un poco! ¡Detengamos la marcha! ¡Necesitamos tener algo de paz!
Los seres humanos tenemos que aprender de la historia. Nada bueno se consigue mediante las armas. Nada positivo surge como resultado de matar a quienes no piensan como uno.
¡Como si fuera posible cambiar la mente de las personas solo por imponerles nuevas ideas!
Pero para lograr la paz tenemos que experimentarla en nuestro corazón. Los seguidores de Jesús sabemos que él es el único que puede brindar serenidad y calma a quien se acerca a buscarlo. De ese modo podremos trabajar para construir un mundo mejor. ¡Y entonces la paz en la vida de la gente traerá paz entre las naciones!
Sumérgete: Cada día pidámosle a Dios que permita que los seres humanos conozcan su amor y reciban su paz. ¡Solo así podremos ver cambios permanentes en la sociedad!
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