Y entonces llegará el fin

Samuel Kamaleson *

¿De qué manera el impacto de un avivamiento impactará las misiones y el evangelismo?

Sucedió en las muy pobladas calles de Madrás, India. El vibrante canto del predicador callejero cautivó la atención de estudiantes de la universidad. El hombre que se dirigía a la multitud hablaba sobre «encontrar a Jesucristo».

«¿Cómo se puede encontrar a una persona que ha estado muerta por dos mil años?» –pensaba un joven intelectual.

Como si estuviera escuchando los pensamientos del joven, el predicador callejero dijo: «No está muerto. Vive. Tú sabrás que está vivo cuando te encuentres con él. Te liberará del implacable peso de la culpa. Entrará en tu vida y podrás evaluar, día a día, cómo tu vida está siendo transformada. Por esos resultados sabrás que está vivo».

Impulsado por la curiosa idea de un Jesús resucitado, el joven protestó: «Pero yo no soy cristiano. No voy a la iglesia como tú. Soy hindú».

«Yo también era un hindú cuando me encontré con Jesús —respondió el joven predicador— lo que hizo por un hindú, lo hará por otro».

Entonces, arrodillándose allí mismo, en las calles de Madrás, mi compañero de cuarto comenzó a acercarse a Jesús.

Shankar decidió que si todo lo que se decía de Jesús era cierto, él debía conocerlo. Pero también decidió que si Jesús no provocaba un cambio perceptible en su vida, rechazaría a Jesús, de la misma manera en la que había rechazado a 360 millones de dioses anteriormente.

Cuando Shankar volvió a nuestro cuarto el día de la experiencia, no me contó nada sobre el episodio. Él quería verificar la transformación —para averiguar si el resultado de aquel encuentro era tan real como para que otros lo noten, aunque no supieran nada de su decisión.

En la siguiente semana, yo noté algo diferente en Shankar. Parecía libre de la esclavitud de sus pecados habituales. «Has cambiado» –le dije con sorpresa.

«¿Lo has notado?» –me respondió Shankar.

«Sí.»

«Debe ser Jesús.»

«¿De qué estás hablando?» –le pregunté.

«Lo encontré. ¡Encontré a Jesús!»

Shankar me guio a Jesús. Jesús me guio a las calles de Madrás. Él me impulsó a contarles a otros. Sentí la urgencia de cantar en las esquinas de Madrás para atraer a la gente. Durante mi proclamación, que era embarazosamente breve (¡Él está vivo; yo sé que está vivo. Tú también puedes darte cuenta de que está vivo!), pude ver el poder de Dios al liberar a la gente de toda clase de esclavitud.

Unos años después, mientras aún era estudiante, tuve la oportunidad de unirme a un grupo que estaba trabajando con niños de hogares no cristianos, con el método de escuela bíblica de vacaciones. En la última noche, el grupo se reunió en un cuarto de la casa donde estábamos, para una vigilia de oración. Bien temprano en la mañana sentí la presencia del Señor sobre nosotros. Me encontré mirando por una de las cuatro ventanas del cuarto. Las luces de la ciudad brillaban alrededor de la casa. No pude evitar que las lágrimas inunden mi rostro. Recuerdo mis simples palabras: «Guíame y te seguiré. Envíame e iré». Otros, en el mismo cuarto, estaban respondiendo de distintas maneras. Mi propio camino me llevó hacia el entrenamiento teológico. Algunos de los que estábamos en aquel cuarto, aquella noche, fuimos impelidos a formar una agencia misionera: «El grupo de amigos de oración por las misiones».

Urgidos a obedecer

El avivamiento en individuos siempre lleva a la misma cosa. El Señor pone dentro de nosotros el impulso de contarles a otros acerca de Jesús. También libera una nueva visión. El avivamiento personal nos permite ver más claramente lo que Dios quiere que esa persona haga, y siempre nos lleva a un nivel más profundo de obediencia.

El libro de los Hechos está lleno de ejemplos de estos tres elementos cuando el Espíritu de Dios trabaja. En Hechos 16, impulso, visión y obediencia fluyen juntos como resultado del llamado de Jesús. Más tarde, cuando Pablo le contaba al rey Agripa la historia de su conversión, decía: «No desobedecí a la visión del cielo» (Hechos 26.19). En otras palabras, Pablo fue urgido a obedecer lo que Dios le había mostrado.

Cuando el avivamiento llega, y una persona es urgida a obedecer la visión y a hablarles a otros acerca de Jesús, el Cristo resucitado y el mundo colisionan en un contacto vital. En su libro «Creando comunidades en el reino», David Shenk y Ervin Stutzman indican que la obediencia a ese impulso conducirá a confrontaciones en diferentes niveles: demonios, intereses comerciales, el sistema de justicia, y los poderes políticos. Es precisamente allí, en este tipo de confrontaciones, donde el poder de Dios es revelado.

El evangelismo florecerá

Dos jóvenes misioneros se cobijaron de una torrencial lluvia, en el templo de una deidad de la villa donde estaban, en una región de la India, que les era desconocida. Mientras esperaban que la lluvia pasara, dedicaron su tiempo a orar. Cuando la lluvia paró, encontraron una pequeña cabaña fuera de la villa, como para pasar un tiempo, mientras se preguntaban si podrían trabajar para el Señor en la villa. Mientras que los habitantes de la villa se mostraban contrarios a su propuesta, descubrieron que era el tiempo del festival de la villa para celebrar a su deidad. Pero la deidad no mostró su favor ante ninguno de sus sacerdotes. Los habitantes de la villa esperaron por muchos días, preguntándose si finalmente su deidad les respondería, hasta que la deidad entró en un hombre y anunció que no podría entrar en la villa pues allí había seguidores del gran Dios. Los dos jóvenes misioneros fueron recibidos, y ahora tienen una congregación de creyentes en la villa.

Este tipo de experiencias será multiplicado miles de veces cuando un avivamiento impacte una iglesia. La presencia impulsadora del Señor guiará a cada miembro de la congregación (no solamente los pastores o líderes) a las misiones y el evangelismo (Hechos 11.19-30; 13.1-3). De la manera en que varias agencias misioneras surgieron como resultado de distintos avivamientos, más ministerios orientados a las misiones serán creados y a ninguno le faltarán los fondos o los misioneros necesarios. La iglesia será una comunidad más eficiente, ministrando a aquellos que están en necesidad (Hechos 11.27-30). La iglesia será una, en cuanto a obediencia de la visión concerniente a la gente de alrededor, y funcionará como un equipo (Hechos 13.1-3; 16.6-10).

En el corazón de cualquier avivamiento está la relación con Jesucristo. Ya sea que el avivamiento venga sobre un solo corazón o el de toda la iglesia, la gente verá a Jesús más claramente y se acercará a él más íntimamente. Este tipo de acercamiento a Jesús llevará a un alejamiento de la esclavitud espiritual. Este proceso es grandemente potenciado por la oración —oración que exprese dependencia en el Señor y se desarrolle en la libertad que él brinda.

Pero solo «el Señor de la mies» (Mateo 9.38) puede hacer que la gente vuelva a la vida. De ahí el mandamiento de Jesús: «A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies» (Mateo 9.37-38).

Por lo tanto, el efecto de un avivamiento mundial sobre las misiones y la evangelización será algo así: «Un avivamiento como el mundo nunca ha conocido. Los creyentes serán impelidos a ir a los campos de cosecha y predicar. Las almas serán salvadas en números nunca antes vistos. Y quizás este avivamiento nos llevará hacia la Segunda Venida: “Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin”» (Mateo 24.14).

* El Dr. Kamaleson nació en India el 18 de noviembre de 1930, y partió a la presencia del Señor el 28 de febrero de 2021. Fue pastor, misionero y conferencista, y su dulce voz expresada en hermosas canciones fue protagonista de muchas de sus conferencias alrededor del mundo. En su rol como vicepresidente de World Vision International lideró conferencias para pastores en docenas de países, y habló a más pastores y líderes que ningún otro conferencista.

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